Cristo abrazando la cruz representa un tema tomado de la Pasión. La escena ha perdido todo el carácter narrativo para concentrarse en la figura de Cristo, cuyo busto ocupa casi toda la superficie del lienzo. Vestido con la túnica carmesí y acompañado únicamente por la cruz y la corona de espinas es la imagen del hijo, que mirando hacia el cielo, dialoga con el Padre, lo que lo convierte a la vez en metáfora de la Redención y de la Salvación. Sobre un fondo neutro y oscurecido, la luz incide en el rostro y la mano de Cristo, ambos ejecutados con gran maestría. Por las numerosas y diferentes versiones que se conservan de esta imagen de devoción procedentes del taller del Greco se deduce que este tipo de escena fue muy popular entre su clientela. Se ha querido ver un precedente del tema en una obra de Sebastiano del Piombo del mismo asunto que se conserva en el Museo Nacional del Prado.
Mª Eugenia Alonso
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